
Aquest dilluns 17 de desembre vam celebrar un altre VIS a BIS: ‘Les Altres. Feminismes Racialitzats’ per posar-nos en relació amb les companyes feministes racialitzades i generar un espai de debat, de reflexió, de coneixement i de compartir l’experiència encarnada de les vides de les dones migrades.
Us deixem la presentació de Norma Falconi com espai de reflexió per començar el debat.
“¿Quiénes son las otras? Esa pregunta es el título de este debate que quiero presentar, un debate sobre el feminismo y la racialización.
Partimos de la concepción de Angela Davis de que Clase, género y raza son elementos entrelazados y que por ello la lucha de clase, la lucha feminista y la antiracista no pueden separarse.
Pero, vayamos por partes, empecemos por la lucha antiracista ¿Que es el racismo?
El racismo es una forma especifica de opresión. Es el Resultado de las discriminaciones contra un grupo de personas, contra una minoría, es la mirada del opresor que ve a las personas migrantes como personas inferiores por su raza.
El racismo parte de la base racial, la historia nos demuestra que en la Grecia y en la Roma antigua existía la institución de la esclavitud. Hay dos elementos que debemos tomar en cuenta: la opresión de genero y la racialización, juntos generan doble opresión a la mujer migrante y racializada.
Pero en la era del capitalismo, hay una opresión que se apoya en el racismo y el patriarcado y a su vez se coloca por encima de ellas: la opresión de clase fruto del robo del trabajo humano por parte de los propietarios privados de los medios de producción.
El capital para justificar el robo del trabajo humano (plusvalía), utiliza el racismo y la opresión de género elevándolas a la categoría de teoría filosófica: negros seres inferiores, sin capacidad de realizar progresos intelectuales, las mujeres personas sumisas.
Esta concepción de la opresión de clase como objetivo de la opresión de genero y de raza se advierte en la experiencia personal de las mujeres inmigradas.
La inmigración de las mujeres es característica en todo el mundo, cobra fuerza en los años 90 en adelante, mujeres de Latinoamérica, mujeres marroquíes, que siempre llegan como temporeras a los campos de Andalucía, las mujeres filipinas históricas como trabajadoras del hogar, las mujeres africanas, lo que se denomina la feminización de la inmigración. Y según la coyuntura política y económica del momento, hay picos de afluencia de un sitio a otro.
Si hablamos del lugar donde vivimos y participamos, que es en la UE, y en concreto España, nos encontramos que la ley de extranjeria es el pilar del racismo institucional, venimos con una idealización de la “madre patria”, de las posibilidades óptimas de encontrar trabajo y mejores condiciones de vida, esa realidad, no existe, somos un número más de la estadística sobre inmigración, el estado español no nos reconoce como hijas suyas, todo lo contrario, nos demuestra con hechos que somos diferentes a los hijos de españoles. Incluso los hijos de inmigrantes nacidos en España tampoco tienen derecho a la nacionalidad española y tienen que pasar por todas las exigencias de la ley de extranjería, la ciudadanía española desconoce este hecho, porque no ha estudiado el contenido de su propia constitución.
Pues bien, la ley de extranjeria, ese pilar del racismo institucional plantea con claridad la prioridad nacional, por ello, el mercado de trabajo establece que ante un puesto vacante entrará un español, el nacionalizado tiene que hacer cola como el resto de las personas migrantes, el DNI que lleva no lo ha obtenido por sangre sino por residencia.
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Las que queremos luchar para cambiar el mundo, tenemos que hacerlo contra todas esas opresiones, evitando la guerra entre pobres, en la que el trabajador blanco se enfrenta al trabajador migrante, el hombre somete a la mujer mediante la violencia, la mujer blanca impone a la mujer migrada sus privilegios y sus relaciones de poder; pienso, que tenemos que utilizar las contradicciones con las diferentes formas de opresión, la principal, la opresión de clase, es una lucha larga, pero teniendo la perspectiva cual es el verdadero enemigo: el capital, se sirve del patriarcado y el racismo. es imprescindible derribar el capital para suprimir la opresión de la mujer y el racismo, pero a su vez no se puede luchar contra el capital sino se lucha contra la opresión de las mujeres y el racismo, es una misma lucha.
Es necesario tender puentes, teniendo en cuenta las diferencias.
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En la actualidad la lucha antiracista tiene que pasar por defender los derechos de las trabajadoras migrantes: el derecho al padrón, a la reagrupación familiar sin trabas, al acceso a los papeles sin la exigencia de un contrato de un año y 40 horas, por elaboración de políticas de género, contra la violencia machista que incluya nuestra diversidad y las otras violencias que genera la ley de extranjeria.
Hace poco se ha archivado la causa de las temporeras marroquíes que denunciaron acoso sexual por parte del empresario Antonio Mato, por no haber indicios según el juzgado de La Palma del Condado (Huelva).
Tenemos que reclamarle al movimiento feminista blanco/hegemónico su falta de solidaridad porque no ha salido a las calles agitando la consigna: “ yo si te creo” o “ si pegan a una nos pegan a todas”, este vacío de pronunciamiento y el de estar a lado de ellas viene desde el verano, las trabajadoras de la fresa, fueron expulsadas por denunciar, y se ha señalado también que lo único que querían es a través de esta denuncia quedarse en España con papeles. Aquí podemos señalar la interseccionalidad porque visibiliza las múltiples opresiones que sufrimos las mujeres migradas. Existe una ausencia de denuncia ante este hecho, las temporeras de Huelva se les aplicó la ley de extranjería, la justicia española no reconoció de las vejaciones sufridas en su condición de ser mujeres trabajadoras indefensas.
Este es un caso de racismo institucional que debió sacar a las calles a los diversos feminismos a reclamar, a exigir una verdadera justicia, así como se ha salido a defender las violaciones de las mujeres blancas de clase media, si no hay defensa hacia las mujeres trabajadoras pobres, no va cambiar nada en esta sociedad patriarcal.
Quiero plantear a las ponentes preguntas e inquietudes sobre cómo el feminismo racializado o los diversos feminismos, construyen conjuntamente, no solo un discurso político, sino una maquinaria para visibilizar la existencia y los derechos de las mujeres migrantes sean estas: negras, indígenas, árabes, o asiáticas.
Cómo no estamos solas en el mundo, y para más plus tenemos que convivir en un país que no es el nuestro, sin familia, sin apoyos, sin políticas de género, que nos permitan participar de forma directa en el ámbito político, vecinal, sindical como protagonistas. No solamente para dar color en las manifestaciones o en las charlas que dan las administraciones.
Cómo construir una estructura de apoyo mutuo, en el que nuestra diversidad no sea un estigma sino una riqueza, que nos permita tener un colchón ante la falta de trabajo, acceso a la sanidad de calidad, el que nuestros hijos e hijas tengan guarderías, que la conciliación laboral y familiar sea real y no sólo un enunciado, que no nos alcanza”.
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